viernes, 9 de agosto de 2013


MEDIOS Y COMUNICACION

La comunicación y la campaña política

Juan Ignacio Issa reflexiona sobre la comunicación en la campaña política, analiza la lógica de los spots publicitarios y sostiene que si no hay propuestas que lo sustenten, el marketing político no las puede inventar.

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http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Juan Ignacio Issa *

Edgardo Mocca, en su análisis político del domingo 28 de julio, señala con respecto a la comunicación de la oposición en la campaña legislativa que “todavía no apareció ningún spot capaz de explicar cómo puede construirse la nueva unidad nacional”. La hipótesis de esta columna es que ese spot no va a ser producido durante la campaña. Para sustentarla intentaré desarrollar algunos argumentos en términos generales sobre la función de la publicidad en la campaña y no un análisis de cada uno de los spots.

Primero: la publicidad política (spots, vía pública) funciona como un discurso que simplifica la complejidad social, fundamentado en una racionalidad creativa y estética, pero irracional en términos de propuestas concretas o de políticas públicas. La imagen no puede contener y expresar la dinámica política en su totalidad. Aborda temáticas que sirven para identificarse con la opinión pública, que responde a una estrategia de campaña, pero no trata temas complejos sobre el Estado, la sociedad y sus problemáticas. El candidato no profundiza sobre su programa partidario en una entrevista televisiva o en un spot publicitario. El tiempo mediático no se lo permite. El desarrollo de un discurso sobre propuestas o resoluciones racionales de problemáticas sociales, económicas, laborales, sexuales, ambientales, culturales, sólo se observa en espacios comunicativos periféricos, como por ejemplo la página web del candidato o los debates políticos. La comunicación, en cambio, se centra, en el plano de lo simbólico y la construcción de sentido.

Segundo: el spot publicitario es la arena comunicativa central del marketing político, donde prevalece la imagen por sobre el contenido. El marketing político se sustenta en un discurso despolitizante, dirigido a un electorado alejado de las ideologías, que cree en el mercado y no en la política como mediación central de las relaciones sociales y como herramienta de transformación social. En este sentido la publicidad se centra en un discurso antipolítico que señala que los debates ideológicos provocan desunión, conflicto y hasta distanciamiento entre amigos y familiares. Se construye una imagen con el objetivo de despolitizar al político, mostrarlo como una persona común. Pensando a lo común con foco en la preocupación por la vida privada, lo cotidiano, sin lugar para las propuestas colectivas. Por eso no puede narrar una propuesta de unidad nacional.

Tercero: la comunicación de la campaña es parte de la política como realidad compleja. Depende de ésta. Es una parte integrada a esa totalidad. Y el spot es sólo una instancia de la comunicación de la campaña. Tiene sus propias herramientas, su racionalidad, pero la publicidad es la expresión creativa del posicionamiento político del candidato. Posicionamiento que el candidato o el partido van construyendo históricamente. La publicidad termina siendo el resultado de un proceso complejo donde intervienen las características del candidato, el análisis del escenario coyuntural, las disputas hegemónicas, los conflictos, el posicionamiento histórico ideológico del partido y el sector social al que representa o intenta representar. O sea: no es simplemente ver qué dicen las encuestas o qué expresan los medios hegemónicos y a partir de eso adaptar el candidato a esas expectativas.

Coincidiendo con el análisis de Mocca, el problema de la oposición es político y se visualiza en su comunicación. No ha podido, ninguno de sus sectores, construir una alternativa propositiva al kirchnerismo. Esto sucede por la ausencia de un liderazgo, de alianzas territoriales, de integración de diferentes sectores sociales y de una estrategia que implica una visión de país, un modelo o proyecto de unidad nacional. En términos publicitarios no hay una afirmación de un proyecto superador al del Gobierno o de una nueva unidad nacional porque no se ha producido aún en el terreno político.

En estos últimos años la oposición se ha centrado en negar al kirchnerismo, criticarlo de manera permanente, pero se ha olvidado de producir política, construir un posicionamiento alternativo que pueda luego expresarse en la comunicación de la campaña. Es imposible hacer una campaña eficiente en dos, tres o cuatro meses si no hay construcción política durante las etapas no electorales. Eficiente no quiere decir ganar la elección, porque el resultado de ésta depende de múltiples factores, no sólo de la comunicación; eficiente en términos de lograr un posicionamiento claro del candidato para con la opinión pública. Para eso la comunicación debe estar supeditada a la política y no esperar que la comunicación haga lo que no puede resolver la política.

* Politólogo y docente.

MEDIOS Y COMUNICACION

Ser con el Otro

Para Corina Verminetti corren épocas en las que es sencillo mostrarse y, sin embargo, cuesta encontrarse entre las personas, para afirmar que lo importante, en definitiva, es ser con el otro.

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http://www.pagina12.com.ar/commons/imgs/go-gris.gif Por Corina Verminetti *

La web 2.0 ha permitido a muchos –en mayor o menor medida– visibilizarnos y observar cómo tantos otros hacen lo mismo. Cada vez que nos escribimos o involucramos en historias ajenas dejamos huellas en la red. ¿Marcas como indicios de quiénes somos o apariencias de un personaje que procuramos componer?

Guy Debord, autor de la Sociedad del espectáculo, sostenía que la historia de la vida social se podía entender como la declinación de ser en tener, y de tener en simplemente parecer. En las sociedades conectadas, los cuerpos elegirían para ser, aparecer de manera espectacular. Una puesta en escena cercana a lo superficial. Se habría sustituido la belleza –como búsqueda del sentido profundo– por la espectacularidad.

En La intimidad como espectáculo, Paula Sibilia cuenta cómo esa intimidad antiguamente protegida y resguardada con recato ahora se muestra sin pudores. El hombre privado que construía su subjetividad de manera introspectiva, hoy lo hace orientado a los demás. El concepto de extimidad define en este marco el hacer público lo íntimo. Estas subjetividades tienen en cuenta al otro, pero en función de sí mismas. Un mundo para el Show del Yo, algo así como “Aparezco, luego existo” en época de estar para encantar y sin forzar demasiado a reflexiones profundas.

Entonces, esas huellas que dejamos en la red, ¿son de quienes somos realmente o modos de supervivencia para agradar en estos tiempos de amores líquidos y miedos sólidos que describe Zygmunt Bauman? El temor a la soledad, por ejemplo, hace que muchas veces creamos en el supuesto éxito al que conlleva ser vistos o aplaudidos. Un fracaso asegurado por no entender que nadie es “grande” ante los ojos de quienes no miramos primero. Ni se hace “fuerte” con vínculos efímeros.

La personalidad –como conjunto de características sociales, psicológicas y físicas– define nuestra forma propia y exclusiva de ser. La misma es el resultado del temperamento (herencia biológica) y el carácter (comportamientos adquiridos en interacción con el medio). Hoy ese medio pareciera invitar –principalmente– a mostrarse por el aplauso individual, a sonreír porque nos están filmando o a filmarnos para hacer reír. Si esto es así, el entorno nos determinaría y nuestro carácter devendría en personalidad. Una transición que Debord intentó describir cuando sostuvo que el espectáculo, a diferencia de la vida social efectiva, somete a los hombres.

Bajo el imperio de las subjetividades alter-dirigidas, dice Sibilia, lo que se es debe verse. Las obras hoy en día quedan en un segundo plano. Ya no importaría demasiado si lo que se expone es extraordinario, lo hace extraordinario el salir en pantallas. Entonces, ¿somos como nos exhibimos en la web o construimos nuestra personalidad a través de ella para embelesar?

Si ahora las subjetividades se edifican siguiendo el modelo del espectáculo, podríamos pensar que dejamos de parecernos cada vez que iniciamos sesión. Podríamos... Creo que en el mundo virtual ocurre lo mismo que en el real. Comunicar no nos cambia, nos muestra. ¿Por qué motivo el aparato psíquico se desactivaría en la red o al navegar dejarían de funcionar los niveles consciente, preconsciente e inconsciente? Participar en la 2.0 no provoca la despersonalización. Los posteos y comentarios son índices de nuestras motivaciones con la gramática propia de nuevas prácticas sociales.

Más allá del deseo natural de reconocimiento, en tiempos de exacerbadas subjetividades y en los que visibilizarse es más importante que el legado, me inquieta que por parecer espectaculares dejemos de ser inmensos. Una grandeza que sólo se alcanza si alternáramos el “ansiado” protagónico con los demás actores. Porque la comunicación, esa búsqueda de lugares comunes, supone un tejido de redes donde lo bueno, bello y verdadero está en solidez de la trama y no en el show unipersonal.

Paradójicamente, en épocas en las que mostrarse es más sencillo, a veces cuesta encontrarse. ¿Será que no nos buscamos?

El otro que me construye también me responsabiliza y compromete desde el amor. Porque para Ser, el Yo no alcanza. Apenas nos da existencia. La cuestión, en cualquier tiempo y lugar, es Ser con el Otro...

* Licenciada en Relaciones Públicas. Especialista en Comunicación. Docente UNLZ. Coordinadora académica de Instituciones Adscriptas al ISER. @corinavermi

 

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