domingo, 9 de marzo de 2014

Ciencia a lo loco

Sin repetir y sin soplar

Un periodista inventó una historia sobre una molécula extraída de un liquen, con supuestas propiedades anticancerígenas, la mandó a evaluar a 304 revistas, y más de la mitad la aprobó para publicar
Por   | LA NACION

 
Foto: LA NACION 
La ciencia es una forma de intentar robarle secretos a la naturaleza. Tiene sus reglas, sus límites, sus aparatos para mirar un poco más lejos o más grande, sus métodos. y también tiene a los científicos. En todo esto, tal vezhaya dos pilares que en general no se cuestionan demasiado: la honestidad intelectual (o sea, no mandarse truchadas) y la replicabilidad (dar todos los detalles de los experimentos como para que alguien en Catamarca, Singapur o Nueva Zelanda los repita y, si todo va bien, obtenga los mismos resultados). Y la verdad es que todo funciona bastante bien, aunque a veces aparezcan algunas fisuras que vale la pena comentar.
Por ejemplo, uno puede escribir un paper totalmente falso, con datos falsos (y bastante increíbles, por otro lado), autores falsos de instituciones también inventadas, enviarlo a publicar a cientos de revistas científicas y sentarse a ver qué pasa. Eso es precisamente lo que hizo el periodista John Bohannon: inventó una historia sobre una molécula extraída de un liquen, con supuestas propiedades anticancerígenas, la escribió con todas las reglas de la literatura de ciencia, la mandó a evaluar a 304 revistas. y más de la mitad la aceptaron para su publicación. Es, en cierta forma, una recreación del affaire Sokal, en el cual un físico escribió un texto ridículo en difícil y logró que fuera aceptado por una respetada revista de ciencias sociales.
La idea de Bohannon fue muy simple: creó una base de datos de moléculas, líquenes y células de cáncer y escribió un programa de computadora para, con esos mismos datos, escribir cientos depapers similares. Los nombres de los autores y de las instituciones también fueron creados de manera aleatoria por algoritmos basados en palabras encontradas en bases de datos. Es más, como los autores venían de países del tercer mundo, Bohannon hizo traducciones con Google para que el inglés tuviera unas cuantas fallas en cuanto a la fluidez de la escritura. Según los resultados, la molécula extraída del liquen es un potente inhibidor del crecimiento tumoral.
El engaño fue perpetrado por Bohannon desde la revista Science, y el trabajo firmado por un talOcorrafoo Cobange, de una supuesta ciudad de Amsara, pasó las instancias de evaluación de muchas revistas de muy dudosa reputación. Una importante aclaración es que las revistas que aceptaron el trabajo cobran por publicar (lo que supuestamente no tiene que interferir en el proceso de revisión por pares), y a veces hay un negocio montado con editoriales de dudoso prontuario que prometen rapidez, eficiencia y visibilidad para los trabajos que allí se publiquen. De hecho, en las revistas que aceptaron el trabajo, en general las críticas resultaron superficiales y referidas al formato y el estilo del paper.
Antes de seguir, insistamos en que esto no es la norma sino la excepción: los mecanismos de revisión y validación de resultados científicos en general funcionan muy bien, incluso en aquellas revistas que cobran por todo el proceso de publicación, como una forma de compensar los costos de poner los resultados disponibles de manera gratuita para todo el mundo. En este ejemplo en particular, no se parte de la buena fe de los investigadores, sino que Bohannon emprende sus fechorías de manera obvia y consciente: sabe que está inventando, y lo hace con total premeditación y conociendo de cerca el arte de la escritura científica. En el mundo real han habido importantes truchadas (cómo no recordar el caso del coreano Hwang Woo-suk y sus trabajos sobre clonación y células madre, muchos de los cuales resultaron ser falsos o faltos de ética), pero eso no invalida a la ciencia sino, en todo caso, a los científicos que las cometen. Son, y de manera muy notable, excepciones en un mundo de reglas. No olvidemos que gracias a la ciencia vivimos más y mejor, se alimenta a miles de millones de personas, se van dominando nuevas formas de energía y vamos conociendo más al mundo y a sus circunstancias. Incluyendo, también, a los científicos de ese mundo que, por suerte, no dejan de ser maravillosa, fatal e irremediablemente humanos..

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